miércoles, 23 de noviembre de 2016



Sección Femenina en San José de Malcocinado.





                               


En una pequeña aldea de Medina Sidonia, fundada por parcelarios donados por el General Francisco Franco junto con una yunta de huelles, nacían un grupo de niños y niñas que se encontraban totalmente separados en función del sexo al que pertenecía.
Tal y como podemos ver en la fotografía existe una gran distinción entre varones y mujeres, la sección femenina fue puesta en marcha  Tanto Mussolini, Hitler, José Antonio, y Franco, reescribieron un discurso de feminización para ganarse el apoyo de las mujeres, y erigirlas como pieza clave de su construcción de la nación. Ellas eran las madres de la patria. Este discurso vendría siempre marcado por una vuelta de los valores tradicionales,  pertenecientes a las corrientes reaccionarias del siglo XIX e inicios del XX, donde la mujer quedaba ligada a las tareas domésticas, y ensalzada por su faceta como madre. Con la llegada del Franquismo el modelo de feminidad se reformuló hacia un modelo de mujer definido por el ideario del patriarcado nacional católico.
La instauración de la dictadura franquista destruyó todos los logros y conquistas que había alcanzado la Segunda República en materia de género. Desde el mismo momento del alzamiento en los territorios que las tropas rebeldes iban conquistando se elaboró una política de género, una nueva legislación que nada tenía que ver con lo alcanzado durante la Segunda República. La situación económica creada tras la guerra, y el peso de la Iglesia Católica  dieron paso a una política que definió el papel que la mujer  dentro de la sociedad. Así, el Franquismo frenaba las conquistas femeninas del período de entreguerras arguyendo un discurso antifeminista, en el cual, la mujer se percibía como un ser inferior al hombre, tanto espiritual como intelectualmente, pretexto que utilizaban para relegar a la mujer a las tareas del hogas. De ahí, el ensalzamiento de la figura de la mujer como madre y esposa. La nueva política de género se caracterizó por un fuerte intervencionismo estatal dentro de la vida privada.

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